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No es un accidente que la aguja de la brújula gire hacia el Polo Norte. Existe una relación infinita entre la propia aguja y aquello que la atrae. Esta relación íntima se explica en términos de lo que el imán hace a la aguja. La hace semejante a sí misma. La aguja está compuesta por un número incontable de pequeñas partículas llamadas moléculas y estas partículas están en un estado constante de movimiento. La razón por la que la aguja es atraída hacia el Polo Norte es porque el magnetismo del Polo Norte mueve todas las diminutas partículas del trozo de acero de tal manera que se mueven en la misma dirección en la que se mueven las moléculas del Polo Norte.
Cuando las diminutas partículas de la aguja de la brújula se mueven en la misma dirección y con la misma reacción que las partículas del Polo Norte, hay una actividad en cada una de ellas que es similar. El poder magnético dirige la acción de las moléculas de la aguja que es atraída hacia él. Es como si el magnetismo del Polo Norte fluyera a través de la aguja y dirigiera su curso. Como ves, la aguja está siendo guiada por un poder invisible más grande que ella.
Esta es una parte importante a considerar en la relación entre la aguja y el imán. Antes de que el poder magnético empezara a dirigir las pequeñas partículas, o las moléculas, de la aguja, todas estas moléculas iban en diferentes direcciones. Estaban en un estado de confusión. Ciertamente, estaban activas, pero su actividad no apuntaba en una dirección determinada. Ahora bien, tan pronto como el poder invisible del imán comenzó a fluir a través de la confusión de la molécula de la aguja, se pusieron en armonía, orden y comenzaron a moverse como si fueran uno con esta fuerza invisible y parte de ella.
Es maravilloso darse cuenta de que una fuerza magnética en el Polo Norte, a miles de kilómetros de distancia, puede llegar al corazón de una aguja a una distancia tan grande como para poner en armonía todas sus partes internas, dar propósito y dirección a su movimiento. Utilicemos esta ilustración de la naturaleza para enseñarnos una gran lección espiritual.
En lugar de pensar en el Polo Norte como un centro magnético para atraer agujas, pensemos en la Mente universal de Dios como un Polo Norte para cada uno de nosotros. Es una fuerza magnética que atrae a cada uno hacia arriba y hacia adelante en su vida. Así como pensamos en Dios como el Imán universal, pensemos también en nosotros mismos como la aguja de la brújula que puede ser guiada por esta Inteligencia Divina cuando permitimos que nos magnetice.